jueves, 27 de agosto de 2009
La historia detrás del poema: "Mirándote al otro lado de la ventana... "
No se vaya a creer que por breve es una historia y un poema desdeñables. Creo que el interés de su historia radica en el simple "si" o "no" que mueve los destinos, decisión que descansa en esos segundos de vernos de frente, del atisbar momentáneo en el ser del otro (que de paso es nuestro) y reconocernos para decidir si el deseo se aplaza o revienta entre nosotros.
Mirándote al otro lado de la ventana...
Me nace invitarte,
convidarte,
atraparte,
¿quieres darme un beso?
O prefieres la distancia que no existe
el añorarse ya inútil
el deseo aplazado...
miércoles, 19 de agosto de 2009
La historia detrás del poema: "Té"
Hay sabores. Definitivamente hay sabores que simbolizan cosas diferentes para todos aunque también pudiera ser al revés: una sola cosa es simbolizada para cada uno por un solo sabor particular. En mi caso el té me sabe a beso, no puedo evitarlo.
El té negro agarra los labios y los estremece con esa suavidad cálida que va diluyéndose entre los dientes, pasea por la lengua y despliega todos sus sabores en la boca implosionando cual encuentro de códigos saboríferos distintos.
Poco después la sensación permanece, cual beso de impronta. Quizá no con la intemporalidad de aquel pero si con la inmediatez que logra trascender sus segundos de existencia para quedarse en nuestra memoria un poco más.
Té
El té me recuerda a ti,
ese color cobrizo me transporta a las mañanas
esas en que despertábamos juntos,
donde tus manos se calentaban acariciando una vieja taza amarilla.
Su sabor es de calma,
es lo que sentía cuando bebíamos juntos
cuando frente a nosotros
la cordillera se retiraba a descansar
vestida en rosa de amar.
El té me recuerda tus pequeñas adorables manías,
ahora sé que el agua tiene que ser hervida
que con espuma no hay buen té
y que no existe la once
más que comprimida en esas pequeñas bolsas de Ceilán.
Y yo sé por qué existe tanto significado;
el té, como tus manos, como tus caricias,
me llevan a un tiempo donde amé lo que quería
y que hoy es esperanza
de volver a amar con los mismos colores y sabores
en otros tonos de rosado
pero siempre con tus manos acariciando mis recuerdos
y bebiendo té pausadamente
sorbo a sorbo
como si probáramos por primera vez, el sabor a beso.
martes, 11 de agosto de 2009
La história detrás del poema: "Paseo Ahumada"
Hay un andador, una calle peatonal digamos, que comunica la principal avenida de Santiago (La Alameda) con la Plaza de armas y un poco más allá casi hasta el mercado cerca del rio Mapocho, no recuerdo exactamente.
Este paseo es fantástico. Sale directamente del metro U de Chile para sumergirse en cualquier temporada en un arroyuelo de viajantes, músicos, vendedores. Representando una democracia viviente que fluye a cualquier hora y en cualquier dia.
Su existencia provoca la futilidad y la brevedad de las vidas, ya que han sido muchas las que ha visto pasar, y nos confronta con nuestra finitud y de lo que conocemos en presente. Conceptos como nación e inmediatez material adquieren un aire tan pasajero que muchas cosas nos sobrevivirán para demostrar la brevedad humana.
Paseo Ahumada
De las bancas
de esas escuchas de todo: de gemidos de paloma,
de mujer, de tristeza y placer,
de desempleados y viejos.
Desde esas bancas de miles de historias anónimas y aparentemente insulsas
(menos que la mía)
de esas bancas parto hacia Ahumada. Me encuentro en Santiago una ciudad que tiene aire,
aire de ciudad como debe ser, no aire de megalópolis de estupor.
¿Qué podría dejarse fuera de Ahumada?
dejemos fuera por un momento a los paseantes,
dejemos fuera los vigilantes,
dejemos fuera el reloj y la temperatura, esos tipos de traje
fuera por espacio no definitivo, de algún modo se justifica.
Primero quedan los ciegos, cantantes de luz, de tango de Gardel.
El par ahí, cuando no el par por lo menos el viejo,
el órgano y el corazón, faltará el otro pero no así el viejo y su corazón.
No faltarán nunca ni la mujer que baila,
ni el enano deforme de lentes,
o el orgulloso lustrabotas de fotografía expuesta en el museo de Bellas artes
(¿como podría el tipo saber que le tomaron foto?)
no faltarán nunca,
ni yo faltaré pasando
no faltaremos nunca.
Nota: Entiéndase nunca como el espacio de tiempo entre el presente
y la muerte de olvido,
el otro es, o una rara excepción,
o un juego de personas que no se han detenido a considerarlo,
puesto que Ahumada algún día será nada, igual a mi,
mucho más perdurable eso si.