miércoles, 29 de diciembre de 2010

La historia detrás del poema: Bien lo sabes

Ignacio Pérez, uno de mis mejores amigos y también escritor, recibió de regalo mi poema "Ruta de Paez", mismo que había escrito y enviado un 28 de septiembre a pretexto de mi cumpleaños. Varios queridos amigos respondieron. Él decidió hacerlo de esta manera tan peculiar para que en sus palabras: "lo importante ya no importe", el epígrafe lo agregué yo: 

Bien lo sabes
Oh when I look back now
that summer seemed to last forever.
Summer of 69, Bryan Adams


Bien lo sabes, amigo,
que aun cuando sea por décimas,
siempre salgo debiendo un ripio
a la inspiración que osas compartir.

Sin embargo, excelso cielo cubre
a este cuerpo embriagado de vida,
que lee al mismo tiempo las letras
regadas ya no en papel, sino
a lo horizontal y vertical de
una pantalla, pero eso si, de LCD.

Agradezco de antemano la buena voluntad
que a mi parecer toca la puerta de mi corazón,
pues satisfecho y pleno de saber que la distancia
puede ser acortada lo mismo por la tecnología
que por un suspiro, y valoro que en algún momento,
en ambos haya sido contemplada mi persona.

A todo esto cabe señalar que el paseo pendiente
por “La Condesa”, el vino y el queso, la charla
hasta las altas horas y el intercambio de letras,
solo ha de quedar guardado esperando ese
momento, el ideal, el mejor, el de vos y el mío,
para que el tiempo se detenga a contemplar,
para que lo importante ya no importe,
para que las lágrimas broten a raudales
y de ser necesario, formen un río inocuo
que arrastre los más fríos recuerdos,
que de paso al calor de la platica de                                                                                   
los cuerpos femeninos que han despertado
más que pasiones, 
el ansia de tomar una pluma, una hoja,
una copa de vino, una vela, o lo que fuera,
y poder tejer historias con letras, en versos
cortos o largos, con métrica o sin ella,
pero eso si, siempre con la delicadeza
de ocultar deliberadamente que se habla de
alguien que tiene nombre propio,
vos sabes como funcionan los caballeros,
que se nos juzgue de todo, menos de no serlo.

Pues bien mi querido amigo, con esto correspondo
a tu gesto, pongo en tus ojos las letras, y en tu
corazón mi mano extendida, con fuerza para
compartir lo que sea necesario.

Para Miguel de la Vega.

viernes, 24 de diciembre de 2010

La historia detrás del poema: Ay Amor

Al Amor con mayúscula. Lo cual podría resumirse como mi necio creer que el absoluto es posible, está a la vuelta de la esquina, en el siguiente barco, está definitivamente mañana en la próxima madrugada de sábado que sea compartida... siempre mañana, mañana, mañana.


Ay Amor

Hay amor que despierta las piedras.
Ay de aquel que no te sienta alrededor!
Victor Manuel

Estoy empezando a sospechar Amor
porque te vivía de manera tan elusiva,
en la provisionalidad de
las obras negras, promesa permanente
del siempre iluso y siempre (irreal) futuro.

Creo me acostumbre a esperar tanto
de lo que aparece a vuelta de esquina
al día exacto de arrancarme todas las palabras
y sin aire ya darme cuenta que todas las posibilidades
eran efectivamente posibles.

En esa trampa aprendí a amar de una manera fatal
para abandonar cuando no me era amar del modo amado
sin corresponder a la permanencia de tu afán
porque mi sueño de ti Amor, siempre estaba más lejos aún,
técnicamente en la siguiente estación,
la próxima palabra más exacta,
la música por escribirse,
aquella cama aún más rabiosa
a la siguiente y siguiente y siguiente vuelta de hoja.

Mi aprendizaje de quererte
es de soñarte y no renunciarte,
es de desear lo que me paraliza de ti aún lejanos, 

pero también desear tu tiempo, desear tus celos, tus cóleras y olores
tus largos castaños.

Error ha sido decirte,
en el laberinto de significancias del silencio,
que mi querer rabioso te quería un poco más.

por eso es que a veces tu bailas y yo observo,
que a veces hablas y yo escucho,
que a veces te sorprendo y aún tiemblas
para viajarte y viajarnos,
para ahora entenderte (o por lo menos mirarte sin ausencia),
apoyarte, reirte, llorarte, extrañarte hasta hastiarme de ti (para volver a buscarte),

Cotidiano dormirnos y despertarnos preciso…
Buenos días Amor.