viernes, 24 de diciembre de 2010

La historia detrás del poema: Ay Amor

Al Amor con mayúscula. Lo cual podría resumirse como mi necio creer que el absoluto es posible, está a la vuelta de la esquina, en el siguiente barco, está definitivamente mañana en la próxima madrugada de sábado que sea compartida... siempre mañana, mañana, mañana.


Ay Amor

Hay amor que despierta las piedras.
Ay de aquel que no te sienta alrededor!
Victor Manuel

Estoy empezando a sospechar Amor
porque te vivía de manera tan elusiva,
en la provisionalidad de
las obras negras, promesa permanente
del siempre iluso y siempre (irreal) futuro.

Creo me acostumbre a esperar tanto
de lo que aparece a vuelta de esquina
al día exacto de arrancarme todas las palabras
y sin aire ya darme cuenta que todas las posibilidades
eran efectivamente posibles.

En esa trampa aprendí a amar de una manera fatal
para abandonar cuando no me era amar del modo amado
sin corresponder a la permanencia de tu afán
porque mi sueño de ti Amor, siempre estaba más lejos aún,
técnicamente en la siguiente estación,
la próxima palabra más exacta,
la música por escribirse,
aquella cama aún más rabiosa
a la siguiente y siguiente y siguiente vuelta de hoja.

Mi aprendizaje de quererte
es de soñarte y no renunciarte,
es de desear lo que me paraliza de ti aún lejanos, 

pero también desear tu tiempo, desear tus celos, tus cóleras y olores
tus largos castaños.

Error ha sido decirte,
en el laberinto de significancias del silencio,
que mi querer rabioso te quería un poco más.

por eso es que a veces tu bailas y yo observo,
que a veces hablas y yo escucho,
que a veces te sorprendo y aún tiemblas
para viajarte y viajarnos,
para ahora entenderte (o por lo menos mirarte sin ausencia),
apoyarte, reirte, llorarte, extrañarte hasta hastiarme de ti (para volver a buscarte),

Cotidiano dormirnos y despertarnos preciso…
Buenos días Amor.


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